Aparte de generarse radicales libres en el interior del cuerpo a través del metabolismo normal de nuestro organismo, pueden generarse mediante los contaminantes del aire como el ozono, como por la radiación y la alimentación. Esto favorece la superproducción de radicales libres y genera un deterioro a nivel celular. Afortunadamente existen ayudantes, conocidos como los antioxidantes. Estas sustancias poseen la propiedad de proporcionar a los radicales libres el electrón que éste necesita para convertirse en una molécula estable. A su vez la sustancia antioxidante que ha cedido el electrón, se transforma en un radical libre débil, no tóxico que le puede regenerar a su forma original mediante la ayuda de otros antioxidantes.
Existen dos tipos de antioxidantes:Los endógenos, sintetizados por nuestras células y los exógenos obtenidos a través de la alimentación. Si el consumo de antioxidantes es bajo, uno de los sistemas de defensas se autodebilita y un radical libre puede lanzar su ataque a las células al estilo comando. Esto desata una serie de daños alrededor de la célula y de sus paredes. Cuando esto sucede, es necesario, echar una mano mediante alimentos con propiedades antioxidantes.
La vitaminas C : naranja, fresas, kiwi, pimiento, perjil, col verde, brecol, acerola, coliflor, espinacas.
La vitamina E: aceites (aceite de girasol, avellanas, nueces, cacahuetes, almendras, aceite de oliva...
Los carotenos: son los antioxidantes nutricionales más importantes. Algunos tipos de carotenos como el beta-caroteno se trasfoman en vitamina A una vez metabolizado en la pared intestinal, cuando el organismo lo necesita.
zanahorias, albaricoques, nisperos, naranja, melón, tomate, cerezas, esparragos, lechuga, judias frescas, guisantes, yema de huevo...
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